Bajó al rellano, camino a la cocina, en busca de su rojo amigo, cuando se encontró, de golpe, a Eric besándose con una chica, a quien Ariel creía no conocer.
-¿Eric? - Musitó casi sin voz y los ojos llorosos.
La chica misteriosa se giró.
-Hola hermanita... - Dijo su hermana Arista.
-¿¡Arista!? - Gritó llorando sin consuelo - ¿Qué está pasando aquí?
-Perdona cariño, pero yo no me llamo Arista.
-Ella se llama María. - Le dijo Eric, con los ojos desenfocados y un deje pasota en la voz. - Y ya no me quiero casar contigo.
Ariel vio entonces en los ojos de Eric algo de lo que no se había percatado antes: Era como si el embrujo tuviera un color y éste estuviera en sus ojos. Eric no actuaba por voluntad propia. O eso quería creer Ariel.
-Eric, ¿estás borracho? ¡Eric, dime qué te pasa! - La desesperación invadía su alma a pasos agigatados.
Ariel lo veía todo borroso a causa de las lágrimas que inundaban sus ojos y su corazón.
-Sí, lo he emborrachado con la más terrible de las lujurias. Ahora es mío. Y sí, ahora ya no me llamo Arista, ahora me llamo María.
Y Ariel se desmayó sin remedio, con aquella última palabra en su mente:
María.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhO2k-dxOAL2jxhxDLSO1tCd6F2bK1dKAZFO8cKd2wOUkuTbuNCIFozVH1eu59x65Dnil6WtEkzNp8dbJ29DLRJtIu0gUIuzODtsXyH__fU4JjIHwmERpwLfypCVR9T58kVKtLHJmzGn3dP/s320/infiel.jpg)