miércoles, 21 de mayo de 2008

1. Cenicienta

Cenicienta barría el enorme salón de la casa de su madrastra cuando notó un ruido detrás suya. Se giró y vio que una entrañable abuelita con capa le sonreía.
- Hola Cenicienta. Vengo a hacer tu sueño realidad: podrás asistir al baile.
- ¿Qué baile? - Preguntó con excaso interés la joven.
- El baile en el que conocerás a tu príncipe azul. - Comentó entusiasta la regordeta señora.
Cenicienta sonrió amargamente:
- ¿Esa pijada de principitos estirados y niñas mimadas? No, gracias.
A Rosa, la señora, se le borró la sonrisa de golpe, al ver la profunda amargura que invadía a la muchacha.
- Pero, ¿y el zapato...? ¡Soy tu hada madrina! - Casi le gritó.
-Yo no creo en las hadas madrinas. - Dijo, rotunda, Cenicienta.
Y, de repente, el hada madrina desapareció.

Para siempre.

3 comentarios:

Luli dijo...

Me atrevería a decir que capto la moraleja de tus cuentos.

Podrías actualizar más a menudo.

Besazzos

Anónimo dijo...

Cuando avances por la vida, verás un gran abismo. Salta. No es tan alto ni tan ancho como crees.

Jesús Cotta Lobato dijo...

¡Por favor, no nos dejes sin hadas madrinas! Somos muchos los cenicientos que hay por el mundo. Pero supongo que quizá prefieras que matemos a las hadas para que dejemos de ser cenicientos. Un beso.